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lunes, 8 de septiembre de 2008

Reflexiones: Una Iglesia Misionera en el Continente

Mons. Héctor Vargas B., sdb[1]


Aparecida recordando el mandato del Señor “Id y haced discípulos entre todos los pueblos” desea despertar un gran impulso misionero en la Iglesia de América Latina y el Caribe. Precedidos por el Espíritu Santo en este camino misionero, estamos desafiados a salir al encuentro de las personas, de las familias, de las comunidades y los pueblos, para compartirles y comunicarles el don del Encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad, de amor, de alegría y esperanza.

De todo esto se esperan dos grandes consecuencias como son, contribuir a la renovación de la Iglesia y a la transformación de la sociedad.

La Misión es parte constitutiva de la identidad de la Iglesia que está llamada por el Señor a evangelizar a todos los pueblos. Esto implica que todas las comunidades cristianas se pongan en estado de misión permanente. Ello no será posible sin un dinamismo de conversión personal, pastoral y eclesial, capaz de impulsar hacia la santidad y el apostolado a los bautizados, de atraer a quienes han abandonado la Iglesia, a quienes están alejados del influjo del Evangelio, y a quienes no han experimentado el don de la fe.

Lo anterior exige capacitarse para ir al encuentro de toda persona hablando el lenguaje cercano del testimonio, la fraternidad y la solidaridad.

El estado permanente de misión implica una gran disponibilidad a repensar y reformar muchas de nuestras estructuras pastorales, teniendo como principio constitutivo la espiritualidad de la comunión y la audacia misionera. Necesitamos de estructuras abiertas y flexibles capaces de animar la misión permanente en cada Iglesia particular.

¿Para qué la Misión? Para compartir la vida que nos transmite Cristo. El amor es el que da la vida, por eso la Iglesia es enviada a difundir en el mundo la caridad de Cristo, para que los hombres y los pueblos tengan vida y la tengan en abundancia.

Medios para la Misión

1) Beber de la Palabra, lugar del encuentro con Cristo. El primer encuentro con Cristo en efecto, será el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios, de Jesucristo Vivo en la Iglesia que es nuestra casa. Por eso hay que educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que por propia experiencia vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida. De lo contrario ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo?

2) Alimentarse de la Eucaristía que es fuente inagotable de la vocación cristiana y del impulso misionero. Allí el Espíritu Santo fortalece la identidad del discípulo y despierta en él la decidida voluntad de anunciar con audacia a los demás lo que ha visto y vivido.

3) Construir la Iglesia como casa y escuela de comunión. Todo ello orientará necesariamente a la renovación de las Estructuras Pastorales a fin de impulsar una nueva forma de ser Iglesia: más fraterna, expresión de comunión, más participativa y más misionera.

4) Servir a la sociedad especialmente en los pobres, enfermos y afligidos. Ello implica que junto con la fraternidad con los más pobres, en quienes encontramos y servimos al Señor, la defensa de los derechos de los excluidos y el fortalecimiento de la pastoral social se requerirá la atención pastoral de los constructores de la sociedad, que tienen la misión de forjar estructuras justas que estén al servicio de la dignidad de las personas y la de sus familias; como así mismo de los comunicadores sociales para que alienten el desarrollo de una cultura que sea manifestación del reinado de Dios. Así mismo, el apoyo a todas aquellas personas e instituciones que dan testimonio de lucha por la justicia, la paz y el bien común.

La pedagogía de la acción misionera

1) Primer Aspecto: Los Ejes para un encuentro con Jesús

a) El encuentro personal con Jesucristo, acompañado de una experiencia religiosa profunda e intensa, del anuncio kerigmático y el testimonio personal de los evangelizadores, traducidos en una conversión personal y cambio de vida integral.

b) La vivencia comunitaria y fraterna que estimule la pertenencia y la corresponsabilidad eclesial.

c) La formación bíblica pastoral acentuadamente vivencial y comunitaria.

d) El compromiso misionero de toda la comunidad que sale al encuentro de los alejados para reencantarlos con la Iglesia.

Todo este proceso logrará el surgimiento de discípulos y misioneros siempre y cuando nuestras comunidades se comprometan en la Evangelización de los bautizados que no tienen conciencia de ser discípulos, y si todos los pastores y consagrados nos renovamos y convirtamos personalmente y pastoralmente, ya que el testimonio de vida coherente es el cimiento pedagógico fundamental de la misión.

2) Segundo aspecto: los caminos hacia el encuentro con Jesús

a) La experiencia de la presencia de Jesucristo manifestada en la propia vida personal y comunitaria, en la sagrada escritura, en la eucaristía, en la vida comunitaria y en el servicio a los pobres y excluidos.

b) En la revalorización de la piedad popular

c) En el fortalecimiento de la presencia cercana de María

d) En el rescate de los testigos y mártires del Evangelio en América Latina

3) Tercer aspecto: El encuentro y la comunión

Del encuentro de persona a persona, de casa en casa, de comunidad a comunidad compartiendo dones y carismas entre iglesias, reflejando al buen pastor en la sencillez la cordialidad, la solicitud, la escucha y el servicio a los demás. En un contexto de plena comunión de todos entre sí, de éstos con sus pastores, en la unidad con el Santo Padre

4) Cuarto aspecto: La misión tarea de todos y para todos

Esta firme decisión misionera es en primer lugar la misión de cada obispo, quien en su Iglesia particular debe convocar a todos los agentes, comunidades y expresiones de la vida eclesial sin excepción. Este objetivo debe impregnar todos los planes pastorales y estructuras diocesanas. Ninguna comunidad debe excusarse de participar, como tampoco de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe.

Esto implica respetar y promover el papel privilegiado de los laicos en todas las etapas, considerando que la misión continental debe tener especial penetración en los sectores culturales, políticos y de dirigentes sociales y económicos; se debe evitar la tentación de involucrar a los laicos más comprometidos tan sólo en los servicios de la comunidad eclesial.

Los recursos para la misión

a) La convocación comunitaria, partiendo por la parroquia que aún es una referencia fundamental en el proceso evangelizador, con sus CEBs, movimientos y grupos apostólicos. A ello se debe sumar todo el potencial educativo de la Iglesia a través de sus escuelas, institutos y universidades.

b) La formación de misioneros. Todos los bautizados han se ser formados de acuerdo a su respetiva vocación y función en la Iglesia. Formación que debe estar impregnada de espiritualidad misionera y como miembros complementarios de un mismo cuerpo realizando una única misión.

c) Signos y gestos de cercanía y dignificación de los más pobres, y en donde a partir de Jesucristo se armonice la solidaridad con la promoción humana integral.

Criterios para la misión

a) Una conversión personal y pastoral, que ayude a pasar de una pastoral de conservación a una decididamente misionera, haciendo que la Iglesia se manifieste como Madre que sale al encuentro de sus hijos, como una casa acogedora, y como escuela de comunión misionera.

b) La atención a los signos culturales. Teniendo en cuenta la compleja y variada realidad de nuestro continente e Iglesias particulares, la misión, siendo única, deberá a la vez ser diversa, por eso atentos a los signos culturales de la época se debe lograr que los nuevos valores y expresiones que nacen, se enriquezcan con las buenas noticias del Evangelio, logrando una catolicidad cultural más plena.

c) En el contexto de la acción pastoral normal. La misión debe darle dinamismo a los planes pastorales vigentes, renovando las estructuras que sean necesarias. A todos nos toca recomenzar de Cristo, reconociendo que se comienza a ser cristianos por el encuentro con una persona que da una nuevo horizonte a la vida y con ello una orientación decisiva.

d) Con nuevos lenguajes. Muchos están descontentos no tanto por el contenido de la doctrina, sino por la forma de ser presentada y vivida por nosotros. No siempre comprensibles para el lenguaje contemporáneo. Sólo diversamente la fe cristiana podrá aparecer como realidad pertinente y significativa para la salvación. La fe está llamada a engendrar modelos culturales alternativos para la sociedad. Los medios de comunicación católicos por su parte, han se ser propositivos en el anuncio de los valores de la fe favoreciendo el diálogo entre Iglesia y sociedad.

Lugares de comunión para la misión

a) Las Conferencia Episcopales llamadas a promover la comunión entre las Iglesias locales y apoyar a las más débiles.

b) Las diócesis, saliendo al encuentro de los que aún no creen en Cristo; responder a los grandes problemas de su territorio; salir con espíritu materno en la búsqueda de los bautizados alejados y elaborar un plan orgánico de formación.

c) La parroquia, como lugar que asegura la iniciación cristiana de niños y adultos; iniciar en la vida cristiana a adultos bautizados no evangelizados; elaborar un proceso que los lleve a completar la iniciación cristiana y formar laicos misioneros. Reformular sus estructuras para que sean una red de comunidades y grupos, cuyos miembros se sientan y sean discípulos misioneros en comunión. Formar pequeñas comunidades que lleguen a los alejados, indiferentes o descontentos.

d) Favorecer a los movimientos y nuevas comunidades como don de Dios, llamados a acoger a muchas personas alejadas para que puedan tener una experiencia de encuentro vital con Cristo, recuperando su identidad bautismal y activa participación en la Iglesia.

e) Se hace un claro llamado a los institutos y organismos misioneros, para asumir una responsabilidad particularmente importante en la dinamización de su labor habitual, y ofrecer apoyo subsidiario a los diferentes ámbitos eclesiales.



[1] Mons. Héctor Vargas Bastidas, sdb, es Obispo de Arica y Presidente del Área Eclesial de la Conferencia Episcopal de Chile.

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WebJCP | Abril 2007